Poesía Adultos
Primer Premio
Todavía no es tarde
¿Por qué los
grandes poderes
no quieren ver ni escuchar
que están desapareciendo los simios?
Porque están talando los árboles
de la selva tropical.
Hay grandes intereses económicos
en aras del bienestar social
y coleccionistas sin escrúpulos
como trofeo los quieren mostrar.
¿Por qué se les encierra en jaulas
negándoles su libertad?
¿Por qué se experimenta con ellos
sin importarles su sufrimiento y bienestar
con la complicidad de la humanidad?
¿Por qué se les exhibe como un espectáculo
para deleite del público en general?
¿Qué será de su hábitat?
No tendrán sustento ni lugar donde estar
ni crecer en la que siempre ha sido su hogar.
¿Dónde ha quedado nuestra sensibilidad
frente a este problema tan transcendental?
¡Despertemos nuestras conciencias
que a menudo dormidas están!
Presionemos a los gobiernos mundiales
para exigir el respeto y los derechos
que les pertenecen a todos ellos por igual
y si consentimos que desaparezcan
la raza humana también lo hará.
Segundo Premio
Derechos no humanos
Cecilia, la chimpancé,
no es mi prima, no es mi hermana,
pero lo que es muy bien sé:
una Persona No Humana.
Junto al chimpancé, gorila,
bonobo, el orangután
encabezan una fila
de víctimas del desmán…
Esas Personas No Humanas
también tienen sus
Derechos
y, más que promesas vanas,
hay que plasmarlos con hechos.
Tienen Derecho a la Vida,
igual que tú, igual que yo.
El que lo niega o lo olvida
es igual al que mató.
Derecho a la Libertad,
sin rejas, muros ni fosos.
¡Vivan libres de verdad!
Sólo así serán dichosos.
Su Derecho a no sufrir
con experimentos crueles
lo debemos garantir
con más que meros papeles.
Sus hijos se deben criar
en su Hogar, que está en la selva.
¡Nada de deforestar
y que plantación se vuelva!
Si, al contemplar un Gran Simio, lo sientes tu semejante
¡seguro acabas de dar un gran paso hacia adelante!
Luis Antonio
Beauxis Cónsul – Uruguay
Tercer Premio
Aquí en la montaña
Aquí en la montaña
espesa y silvestre…
Todos los gorilas del mundo
gritan desde sus guaridas.
Hojas, flores y tallos
dan por ellos la vida.
La verde y espesa montaña
es la pared silvestre encendida,
un lomo plateado entre la bruma
lame sus heridas.
Son cinco mil novecientos
que yacen en la verde esquina.
Aquí, en la montaña,
sigue abierta una herida
espesa y silvestre,
¿ésta es la tierra prometida?
Carlos Alberto de
la Cruz Suárez – México
Mención de Honor
Las sonseras del mono lampiño
Que se espera del mono que no sean monerías,
cuando las ejecutan nos parece una monada.
Aullarán las gradas cuando hagan lo que digan
Los que creen tener todo, pero apenas tienen nada.
Cuando observamos su rostro, creemos ver el pasado
en un boceto primario, grotesco, hecho de apuro.
Y la bestia con pudor, tapa ojos con sus manos
porque vernos a nosotros, es patético futuro.
Carecen de propiedades y de bienes de mercado
De nuestro mundo migajas, les damos lo que nos sobre.
Andan erguidos y altivos, en las selvas y sus prados.
Saben muy bien que el orgullo, es la altivez del pobre.
La precaución sugiere no acercarse a los barrotes
Sus instintos son primarios, ruge furioso el gorila.
Los hombres lo sometieron por medio de los garrotes
morados de sangre seca, la húmeda aún destila.
Hay un mono racional que destaca sobre el resto
Menospreciando a sus pares, robándole el dulce al niño.
Confía que su impiedad, es no tener de sonso pelos
Y se intuye superior, tan solo por ser lampiño.
Se expande el simio soberbio, abarca el mundo y afines
Mientras sus primos humildes se atesoran y preservan.
Anda el tonto en soledad, acuciado por sus fines
Resisten en comunidad los demás en las reservas.
Tecno macaco rapaz, el mundo no tiene alivio
No se conoce a sí mismo y reniega su natura.
Más arrastra a toda raza y destrozando equilibrios
Los lleva a la perdición el humano y sus locuras.
Martín Ernesto
Troncoso – Argentina
Mención de Honor
Sin título
Volábamos circularmente entre blancas nubes de agosto,
veíamos nítido el futuro en el cielo hecho de restos
oníricos,
cantábamos a los dioses sin pensar, azul magenta nuestros
sueños
fueron cayendo helados sobre oscuras aulas universitarias
donde desaprendimos el valor exacto de la vida, lo
cristalino del agua,
asumiendo el valor real de la nada y su relleno de diaria
angustia existencial,
donde el Gran Simio se suicida frente a multitud de ojos
sin memoria
tras disculparse por ensuciar nuestra inhumana urbe con
sus restos.
Para que seas consciente de la sangre ausente en máquinas
binarias
ahora el poema es rojo, y negro como la noche, sangra oblicuo
preguntas y respuestas sin aparente conexión, y la guerra
cruel
normalizada sobre la putrefacta actualidad que
pasivamente desdeñamos
pesa también sobre nuestros desmemoriados huesos y en el
centro del corazón.
Avanzas circularmente entre contaminadas nubes de verano
intentando rescatar alguna esquirla de perdurable sueño
en el aire,
alguna remota melodía que no te haga pensar en ese simio
repudiado
que inexorablemente anuncia con proximidad la propia
muerte,
señalando lo absurdo y lo efímero de nuestra propia
condición,
y aunque reviente a pleno sol la existencia de un último
sueño original
esta canción sin letra que araña ahora algo de sentido a
tu tiempo
nunca será la misma que entonces, cuando todo era selva.
José Antonio Pamies Franco –
España
Mención de Honor
Somos lo que fuimos
Ajenos al presente
vivimos
-¿vivimos?-
sembrando de inquietudes
el futuro;
ajenos al presente
olvidamos
que pervive
lo que fuimos
y que fuimos
emoción
hecha primate,
hecha reflejo
-ilusión devuelta
por nuestra mirada
turbia-
al socaire
de tormentas
que una evolución
indiferente
aún descarga
sobre monos desnudos,
sobre almas vestidas,
en fin,
de olvido.
Jorge Luis Moreno
Pieiga – España
Mención Especial
Ley de derechos básicos de grandes simios
Todo ser vivo tiene sus derechos,
y los Grandes Simios son seres vivos,
seres vivos con derechos cautivos
en hábitats cada vez más maltrechos.
Que haya menos palabras y más hechos,
porque sobran razones y motivos
para una ley con grandes objetivos
con los que vivir todos satisfechos.
Son derechos básicos y esenciales,
como son los que nosotros tenemos,
por eso merecen normas legales,
ellos y nosotros somos iguales,
y podemos hacerlas si queremos,
sabemos que podemos y debemos.
Juan Fran Núñez
Parreño – España
Mención Especial
La voz de los simios
Los fuertes vientos de la desconsideración, discriminación,
del maltrato y
todo lo inhumano
se llevan y apagan la voz de los oprimidos
y, entre ellos, la
de mis grandes parientes y amigos,
los adorados
simios.
Su mirada profunda
se clava cual
flecha en la humana espesura
porque aunque salga de sus calladas vidas
busca la diana de la justicia.
Quiere el simio
salir de la carpa del
circo,
de esa vistosa jaula de colores
que encierra a los que llaman monos
y son merecedores de los más justos honores.
Un niño llora
porque ha oído lo que quieren apagar los aplausos,
el sonido de cadenas que se arrastran en el escenario
cuando llega la hora
y un primate hace piruetas, nadie ve sus lágrimas en ese
momento tan duro
de alegrar a otros
haciendo lo que le manda el que su libertad controla.
Pero, cuando una mano le ofrece cacahuetes o plátanos con
movimiento brusco
el mono los rechaza, no quiere comer de la mano que lo
esclaviza.
Mira al pequeño y, con su mirada le dice:
¡No quieras chuches de quien te utiliza,
que no endulce tu boca, como quieren hacerme a mí con el
plátano,
quien te secuestra
lo más grande, ser libre.
Nosotros los gorilas no
podemos vivir en un mundo de falsos colores;
mientras nuestros suspiros, los de los simios,
consigan hacer latir sentimentalmente un corazón infantil
estamos vivos
y ese es el premio
más querido,
pues tú, niño, serás mañana el libertador del mono
cautivo .!”
José Reinaldo Pol
García – España
Mención Especial
Ellos y nosotros
Ellos merecen toda la libertad,
Ellos no quieren estar oprimidos,
Ellos quieren estar rodeados de verde
Nosotros no la podemos redimir,
Nosotros no los podemos recluir,
Nosotros no podemos crear su entorno,
Nosotros no podemos manipularlo
Ellos no han aprendido a hablar
Pero ellos han intentado demostrar
Que la familia no se puede robar
Nosotros hemos aprendido un lenguaje
Y nos comportamos como unos salvajes,
Ellos demuestran su amor a la manada
Y conviven en su preciosa morada.
Lucía López –
Uruguay
Mención Especial
Justicia
Lejos o cerca estén los grandes simios
pende amenaza cual sentencia sobre ellos,
roja la lista acecha a nuestros parientes cercanos
sobrevivir angustias entre especies emblemáticas.
No quiere entender el hombre sumido en su ceguera
dar clamor a la naturaleza; asumir un mea culpa,
mientras, sucumben las poblaciones por reveses
a una biodiversidad,
un hábitat dar por narices.
Cercana la muerte que no perdona, ni descansa
sumar la pasión por el lucro que no sopesa,
multiplicando réditos; pisoteando los derechos,
viendo estorbos entre los sorprendentes compañeros.
Hominidae, la familia; junto a humanos y ancestros
reivindicación moral como espabiladas especies,
chimpancés, gorilas, bonobos y orangutanes
promulgar sus derechos como respetados simios.
Un pensar, una autoconciencia no le es ajena
de emociones marcadas, su vida rica;
a ver si se rompen las denostadas barreras
entre animales humanos y no humanos.
Un reto entraña su continuidad para todos
presionar por cambios en legislaciones e inversiones;
a una depredadora expansión establecer los límites
a industrias por febril extracción ponerle coto.
Ingrato el prejuicio eliminemos a esto seres
resuelva que no son de nuestra especie,
abolir, de raíz, con el racismo inconsciente
los propósitos nobles, por justicia, ofrecerles.
Miguel Amilachwari
B. – Venezuela
Mención Especial
Oración del simio
Dame dios
un par de manos
aunque pierda la altura de la rama
un par de manos para trabajar el barro
otórgame la gracia
del alfarero y su fuego
o dame la libertad
necesito un par de manos
para tejer la tela que me cubra
y la mortaja de mis ancestros
quiero labrar la tierra y cosechar
guardar para los inviernos
cuando la tierra entra en su sueño
o permíteme conservar la libertad
y dame dios
una garganta
para decir lo que te pido con palabras
(aunque sirvan las palabras, tantas veces,
para la mentira)
una garganta para llamar a mi hembra
no desde el grito previsible
sino con palabras
o déjame gozar la libertad
quisiera una voz
para que la tristeza
logre la altura del poema
aunque yo pierda la altura
de la rama
¡o dame, por favor, la libertad!
Margarita Luisa
Schultz – Argentina
Mención Especial
Un orangután hoy llora
Un orangután hoy llora y se encuentra en la selva
Pidiendo al cielo clemencia, pues ya no aguanta tanto
dolor
Su amada yace muerta.
Un despiadado cazador, le disparo sin ella darse cuenta
Y su amado protector, no pudo hacer nada
Y solo se quedara pagando una condena.
La selva antes era un tesoro, una guarida secreta
Pero todo se ha ido al piso, al haber sido descubierta.
Ellos eran una pareja feliz,
Donde andaban a rienda suelta
Y hoy ya no pueden volver a reir
Si su esperanza ya está muerta.
Por eso a gritos reclaman, los animales de la selva
Y un himno juntos entonan, para que se acabe la tristeza.
Quieren volver a sentir
la verdadera libertad,
Porque algunos aun mantienen cautivos
En jaulas de metal.
Un orangután hoy llora
Pidiendo al cielo piedad,
Pues todavía no llega la hora,
Hay mucho para dar
Y debemos escuchar su himno
Para poderlos salvar.
Eder Anthony
Calvache Sandoval – Colombia
Mención Especial
Pobre simiamente gritar simio
Algo me dejarán
del mundo,
algún son
o alguna clave,
alguna creencia rara o alguna esperanza,
alguna mirada a oscuras.
Lo sé...; algo me
dejarán del mundo,
algo
quedo,
muy quedo o intacto,
alguna piedad,
alguna rosa sobresaliendo del abismo,
alguna imposible perdición,
alguna imponderable -”irrenunciable”- verdad.
Algo anclado (¡al Sur natural!).
Lo sé,
algo será simiamente...,
algo mínimo y no avalado ya por solo humanos,
algo pequeñitamente sufrido que se ha marcado en esta
piel,
algo me dejarán de todo,
algo me dejarán de mí,
de mi levedad mecida en los brazos selváticos de una Muy
Gran Espera,
de mi lento y desorientado paso a paso... salvaje.
Algo me dejarán, ¡siempre!
Algo me dejarán al ser – por poco – un simio,
algo me dejarán de mis viejos huesos,
algo de mis gráciles pal abra s secretas.
Algo será, no sé, algo, algo tiene que ser...
y ya no lo será la extinción,
¡la extinción !
Pero cansa muerte,
muerte, muerte, muerte...
hacia donde lloran las últimas lágrimas del cielo.
José Repiso Moyano
– España
Reconocimiento
Ese día
El día que el bosque quemaron,
por millares se escucharon los llantos,
ese día fatídico,
que de los brazos de su madre lo arrebataron.
Largo viaje de abusos y tortura,
fue la promesa del captor,
la cual cumplió con diligencia,
preparación para una nueva aventura.
Actúa para la respetable audiencia,
de tu ignorancia desean reírse,
mientras sostenían la herramienta de castigo,
le ordenaron con violencia.
Por años cacoquimio,
acumulando un mar de lágrimas,
herido y en abandono,
fue el fin de un gran simio.
Homo Sapiens necio,
¿no te has visto en el espejo?
si no rectificas tus acciones,
terminarás pagando el precio.
Roberto Antonio
Aguilar Hernández – El Salvador
Reconocimiento
Donkey Kong
Qué cincuentón no se divirtió
un sábado por la noche
de adolescencia sin novia
con ese gorila furioso y gracioso,
aunque civilizado como un burro.
Donkey se golpeaba los pectorales
y arrojaba barriles de bits
ya sin ánimos de secuestrar beldades
encaramado a la cima del Empire State.
Donkey es un primate domesticado,
y escapado del celuloide
al fin se ha vuelto un montón de píxeles
para bien de la sociedad del entretenimiento.
Sigue siendo el antagonista
de estas pantallas de videojuegos
aunque ya no sea necesario ir a cazarlo
hasta las islas antípodas.
No obstante, también él
se halla en peligro de extinción.
Expulsado de la mítica Arcadia
con sus galerías ruidosas
y saturadas de feromonas juveniles
Donkey es hoy por hoy
un objeto exótico ambicionado
por coleccionistas medio calvos
y medio niños.
Cazadores de memorabilias
que atraviesan las junglas ochentosas
de la restauración
blandiendo el machete de la nostalgia.
Maximiliano
Sacristán – Argentina
Reconocimiento
Para cuando vuelva
Para cuando vuelva:
debes más soles y
menos lunas,
mas pasar y
menos tiempo,
risas, aventuras,
sollozos y lamentos.
Conocer tanto el día
como la noche,
momentos sin recuerdos;
un segundo de miseria,
una eternidad de vida.
Una punzada al pecho
de nombre: sin aliento,
el mínimo dolor en
el momento perfecto
es todo lo que
se necesita.
Qué rápido termina
todo,
y qué doloroso es el
cliché.
¡Qué grande es aquél
que vivió
habiendo muerto
todos los días!
Antonio Carlos
Morales Palomares – México
Reconocimiento
Extinción
La marea humana acobarda la selva,
Selva virgen, selva de gran simio.
Humanos por doquier y la brisa acaricia el rostro
Del gran gorila.
El planeta a sus anchas escupe balas y los dueños de la
noche
Andan pisando lo sensible, lo eterno, lo inhumano.
En medio de la humedad de los días, de los cazadores de
sueños
Surgen las comedias de las manadas,
de los peludos abrazando esa vieja historia.
Extinción de los humanos a manos de humanos,
Vida sin vida,
África futurista, especies de simios que hacen leyenda
En un mundo incorregible, en un mundo donde se mata lo
bello
Lo más sagrado.
Un ADN letal, la caza furtiva del mismo ego,
Lo imparable de la nada, tras la melancolía de esos
bosques,
De esos versos escritos con lágrimas desde Asia.
El planeta se volvió su verdugo, los pocos años en
supervivencia,
montañas de guerras y lamentos.
La advertencia de Bantú y el dios nuestro,
Los primates hacen la hoguera con los cráneos de América.
Reposa el sol bajo aquel árbol sin sombra,
Los niños del mundo, paraíso de simios.
José Gabriel Muñoz
Granada – Colombia
Reconocimiento
La niña de la lluvia fina
Nacer un día lluvioso de mayo
avisa de futura
rareza ante la vida.
Lluvia persistente en un
momento de alegría;
y un hombre corriendo, cobijado tan
sólo por las finas gotas, en busca
de mano experta en tomar nuevas vidas.
La lluvia fina de mayo traía
días, noches, primaveras, inviernos,
veranos, lluvia, y otoños que son
el comienzo de cursos escolares.
Lluvia fina traía
eneros de esperanza,
primaveras de sol.
Aquel día, el sirimiri dejó un
sueño en cada gota.
Lluvia fina de ilusiones. Lluvia del
rey de la primavera:
esperanza del campo.
Primavera de sol.
Nacen arbustos, amapolas, lilas,
rosas... Esperanza de
mayo. Primeros días
en aquella vida de lluvia fina.
Primeros pasos hacia días claros,
más alegres, más claros.
Primeros pasos de infancia formada
de palabras, orladas
de pensamientos, sueños.
Sol Antolín
Herrero – España
Reconocimiento
Monoerótico
Érase un mono erótico.
Un mono onane.
Érase una vida saturada entre las venas.
Mono enano.
Mono inane.
Mono andante desamado amante.
Érase otra vez el mono ingrávido.
Distinto.
El mono alado.
Inflamado con esa ansiedad que carga
la piel del esquisto.
Su lomo plateado lo delata.
¡Mono cenagoso!
¡Mono libidino!
El mono se autoasfixia.
Se dilata.
Su extrema sinceridad lo delata.
Menos homínido que primate,
el mono es un eremita.
El mono en la sombra no es un asesino.
El mono se asombra.
Se desnuda.
Su deseo no deja que nos quepa la menor duda.
El mono sabe de qué hablo:
Sexo, luego existo.
Duvan Reynerio
Ocampo Pinzón – Colombia
Reconocimiento
Cuidemos a los monos
Cuidemos a los monos
Se cuelgan de las lianas
Se comen las bananas
De la selva son, autóctonos
Animales ya son, íconos
¡Más qué raros son, atípicos!
Cuyos pelajes son, únicos
Por eso es que los matan
Cautivos, los maltratan
Pequeños, grandes micos
Felipe Andrés Vergara Unda – Chile
Reconocimiento
El grito del simio
La selva se estremece porque se oye entre la espesura
boscosa
gritos que claman que nadie destruya la vida natural tan
hermosa.
Brillan los afilados colmillos,
intentan romper en trozos la red del cautiverio como si
fueran cuchillos
y los pequeños
gorilas ven como los mayores
pierden sus vidas para conseguir el derecho para sus
hijos.
El cazador de gorilas, ese humano que solo entiende por
vida
la suya, el profanador de la libertad animal se olvida
de que a sus parientes encarcela
y, tras las rejas de las jaulas lleva
a esos especímenes que nunca deben ser privados
de vivir a su aire saltando de rama en rama y con seguro
paso.
Se oye un tiro
uno de esos cazadores se ha puesto nervioso
y abate a un gorila solamente porque pedía auxilio.
No quieren esos traficantes de animales
que la manada se altere porque sus gritos
pueden llegar a
oírse más lejos del boscoso ramaje.
Disparan y disparan, caen al suelo muchos primates
pero, cuando ya no
le quedan balas,
para sorpresa de los que no tienen alma
de las lianas se deslizan a pares
unos monos pequeños que chillando dicen: “¡Basta!
Pensad, no seríais hombres si no hubiera primates
¿Qué sería de la
humanidad si os aniquilara otro superior pariente?
Dejad de ser invasores y destructores de vuestra vieja
sangre. ¡Usad esa frente!”
Uno de los atacantes tira su arma y, quitándose su
salacot dijo:
“Tiene razón el gorila, no destrocemos en añicos nuestro
espejo vivo.
El grito del simio es el mío.”
José Reinaldo Pol
García – España
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